La polémica gira entorno a FaceApp

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FaceApp es la aplicación de moda que se ha viralizado de forma extraordinaria convirtiéndose en la app del momento. Centenas de famosos y famosas se han sumado a la oleada de filtros de envejecimiento lo que ayudó a que en apenas varios días la App cuente con 80 millones de usuarios activos en todo el mundo.


Esta aplicación se sirve de un sistema neuronal basado en inteligencia artificial que analiza la fotografía automáticamente y la sube a sus servidores para lograr los efectos deseados. Hasta aquí nada preocupante, pero la luz roja se sitúa encima de la falta de respeto a la protección de datos.


Mientras algunos periódicos aseguran que los servidores se encuentran en Rusia, lo que dificulta la aplicación de la legislación española, otros medios como Forbes lo desmienten.


En las últimas horas tras una investigación exhaustiva Forbes aclara que no hay motivos para el pánico. Los servidores de hosting se encuentran en los centros de datos de Amazon (Estados Unidos) y en Google (Europa).


¿Es FaceApp entonces la aplicación a la que en realidad debemos tener miedo?


Tú móvil te escucha a cada segundo. ¿Nunca te ha pasado que estas con tus amigos hablando sobre algún tema y de repente te ha salido un anuncio sobre alguna marca relacionada?


La realidad es que miles de aplicaciones por no decir millones roban datos a los usuarios de forma poco ética. Un documento del Instituto Internacional de Ciencias Computacionales reconoce que la mayor parte de las aplicaciones de sistema operativo Android cuentan con múltiples fallos de privacidad.


Habitualmente las aplicaciones recopilan datos del usuario que se ha registrado lo que puede suponer que acaben en manos de terceros.  Pero, ¿Para qué podrían usar tus datos? Muchas apps son gratuitas, entones, ¿Cómo generan altos valores económicos? La respuesta es clara, saben una amplia cantidad de datos sobre sus usuarios, edad, sexo, gustos… Con estos datos pueden garantizar a sus clientes comerciales que la publicidad llegará a los grupos adecuados y solamente a ellos. El verdadero peligro es que la información no llegue solo a marcas y empresas, sino que sean robados.