La Dirección General de Salud portuguesa ha lanzado un comunicado en el que explica que, el Gobierno “persigue el objetivo de reducir el consumo excesivo de sal, azúcar y grasas saturadas, que están asociados al desarrollo de enfermedades crónicas, en especial obesidad, enfermedades cardiovasculares y oncológicas”.
A partir de octubre y con la entrada en vigor de la nueva legislación portuguesa, la publicidad destinada a niños de productos potencialmente perjudiciales para la salud no se podrá emitir. Productos que actualmente copan los espacios publicitarios de todos los programas infantiles, según el último estudio, en España solo quedaría el 23% de los anuncios de comida.
Los menores de edad no tienen el juicio necesario para saber lo que les conviene, solo lo que les gusta y eso la industria lo está utilizando a su favor. Un estudio de PwC estima que en todo el mundo y en 2021 la publicidad destinada de forma específica a los más pequeños iba a mover 1.700 millones de dólares.
A pesar de todo, la mayoría de los gobiernos europeos apoyan los códigos de autorregulación creados por la propia industria sin promover ninguna normativa legislativa. Por la tanto la publicidad en la mayoría de los países está sujeta a la buena fe de aquellos que firman dicho código.
